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Foto del escritorJavier Acosta Giangreco

Necesitamos más maestros y menos profesores.


Aproveche el fin de semana para releer algunos cuentos que siempre me han gustado. Caí con Mujica Láinez y su famoso cuento “Hambre” de Misteriosa Buenos Aires. Aquella desgarradora historia de dos hermanos que traicionados por la falta de comida y las presuntas injusticias que había en aquella Buenos Aires de colonial del siglo XVI, iban vagando por las calles terrosas en busca de algo que comer. Accidentalmente uno se comió al otro por confundirlo con un guardia de seguridad de aquellas autoridades que ambos detestaban. Antes de eso, el hermano comido mato al verdadero guardia quién usaba un tapado de piel de nutria. El hermano se lo puso por el frio y el otro hermano al verlo de espaldas le metió una estocada por detrás y se lo devoro con avidez, ganado por el odio y el hambre.


Esta historia me llevo a una reflexión: ¿qué tan eficientes son las herramientas (el cuchillo y el tapado de piel como un ejemplo) si estamos gobernados por fuerzas biselarles o puramente humanas en su grado más extremo? Así como el hambre que te lleva a nublar la razón y por un impulso cometer un acto que jamás lo hubieras hecho en tu sano juicio.

Pero también podemos preguntarnos cuando el hombre creo sus herramientas, ¿en qué estado de conciencia estaba? ¿Cuáles fueron los propósitos reales de las herramientas?

Es difícil responder esa pregunta si el hombre creo un cuchillo para matar o para comer o para ambos al mismo tiempo.



Misteriosa Buenos Aires, del escritor argentino Manuel Mujica Láinez en su edición de Seix Barral en 1985. Es un libro de cuentos que abre con el mencionado cuento "Hambre"



Trasladándonos a nuestro tiempo podemos hacernos la misma pregunta: ¿para qué estamos creando todo esto que estamos creando hoy? ¿estamos con hambre, o con odio como el hermano caníbal? ¿o estamos trabajando para humanidad mejor con más y mejores herramientas?


Es común escuchar en estos tiempos que la tecnología ha cambiado nuestra vida y nuestras costumbres. Esta afirmación tiene algo de cierto, la vida de las personas antes de la llamada "revolución tecnológica", parecía muy distinta a la nuestra. Pero suponer que nosotros gozamos de la era tecnológica y nuestros antepasados no claramente presupone un error conceptual.

La tecnología acompaña al hombre desde los inicios de su existencia. Un hombre que cazaba en la selva sin tecnología sería aquel primitivo que comía carne cruda y arrancaba la misma con los dientes a mordiscos, al estilo de nuestro hermano.


El descubrimiento del fuego y la creación de cuchillos de piedra afilada facilitaron al hombre el hecho de satisfacer una necesidad básica para la vida como lo es la alimentación. El fuego en sí mismo no solo permitió comer la carne no cruda. Yuval Noah Hariri (2014) afirma:


“lo mejor que hizo el fuego fue cocinar alimentos que los humanos no pueden digerir de forma natural (como el trigo, el arroz y las patatas) se convirtieron en elementos esenciales en nuestra dieta” (p. 25).


De la misma forma hoy los servicios de deliverys, supermercados y restaurantes son tecnologías que facilitan esta necesidad de alimentarnos. Es importante notar que, desde el hombre de las cavernas hasta el hombre de hoy, la tecnología ha ido cambiado, (y si se quiere perfeccionando), pero no han cambiado las necesidades básicas.

Si uno revisa los diccionarios y busca esta palabra, la misma será la última en el eslabón de varias palabras sucesivas entre sí. La palabra raíz es la "Técnica" que se lo define como (García Pelayo 1987): “Conjunto de procedimientos de un arte o ciencia/Habilidad para usar de esos procedimientos” (p. 982).

Seguidamente suceden una serie de palabras como: técnicamente, tecnicidad, tecnicismo, tecnicista, técnico, tecnicolor, tecnificación, tecnocracia, tecnocratización y tecnología.

Desde “técnicamente” en adelante todas las palabras son ramificaciones de la base que es la técnica. Mas allá de la complejidad ontológica, la tecnología es una herramienta que sirve a la técnica. La técnica es el saber y la tecnología es el instrumento de implementación de ese saber. Ambos están muy cerca uno del otro, conviven en perfecta armonía según las necesidades humanas de cada tiempo.

A pesar de la longevidad de la tecnología en nuestras vidas, como nunca ha sido duramente cuestionada es los últimos tiempos. Desde la imprenta de Gutenberg, la gravedad de Newton, la primera y segunda revolución industrial, los avances de la medicina y la reciente revolución tecnológica, han generado en la humanidad cierta reticencia a cambios de paradigma. Salir de los márgenes conocidos y entrar a terrenos inhóspitos donde no podemos precisar con seguridad qué es lo que acarrearan en el futuro las nuevas invenciones, pareciera ser algo que perturba a los seres humanos en general. Cuando se inventaron los utensilios para comer, el hombre primitivo no habrá sentido angustia por el futuro que se venía, mas bien aprovecho la novedad y adopto una nueva costumbre. No pareciera ser lo mismo con la tecnología actual que pone en jaque nuestros ordenes mentales.


Esto lo pude vivir en carne propia cuando compré mi primer celular estando en la escuela. La maestra me prohibía sacarlo en clase sancionándome con castigos o suspensiones. Era una pena que esa maestra no haya comprendido que lo que tenía en mis manos no era un enemigo para la educación, sino un gran aliado tanto para mí como para ella. Yo quería comer con cuchillos mientras ella seguía devorando a mordiscos la carne cruda.

Esta diferencia tal vez generacional se ve en la educación básica hoy. Las escuelas aun no han migrado a la nueva era en su totalidad, sin embargo, los alumnos sí lo han hecho totalmente y esto trae crisis en los modelos educativos.

Por ejemplo, hoy un niño estudia música, el mismo siente atracción por aprender en los tutoriales gratuitos de Youtube con los profes influencers, antes que inscribirse a un instituto formal con una metodología clásica. Eso no quiere decir que sea de mejor calidad, pero de que lo motiva más para dar los primeros pasos, no hay dudas de que es así.


Porque una generación que ya nació con la nueva tecnología no quiere salir de su casa, quiere solucionar su vida con algunos clics. No esta acostumbrado a pagar por unas clases de prueba, dado que en internet esta lleno de cursos gratuitos de primeras lecciones.

Difícilmente aguante 1 hora o más de clase, dado que los youtubers nunca pasan de los 10 minutos de video. Y así también difícilmente entre a un conservatorio para estudiar 10 años, porque él mismo no sabe si mañana querrá hacer otra cosa, dado que si algo aburre en internet es tan simple como dar un clic para cancelar.

Esta nueva forma de encarar la vida es una influencia de la tecnología sobre la técnica. De la misma forma que influencio la escritura sobre el lenguaje oral. En la música podemos transportar esto a la invención de la polifonía como una consecuencia de la notación escrita.


Delalande (2005): “(…) la escritura se convierte a partir de entonces en una tecnología de asistencia a la creación. Evidentemente no es la misma música la que se imagina, con papel y lápiz en mano, que la que se transmite en forma oral. El nuevo soporte permite la maestría de la polifonía. Se controla con la mirada como se armonizan las voces” (p. 2).


Aquí también se usa la palabra soporte como un sinónimo de lo tecnológico. Hoy contamos con millones de soportes digitales musicales que mucho de ellos son gratuitos y de un gran valor pedagógico. Estos ayudan a un estudiante de composición a dar vida a lo que escriben. Como nunca hoy un joven compositor de nivel inicial puede componer para una gran orquesta sinfónica y que aquello suene, mediante los instrumentos digitales y diversos plugins sonoros. Antes para que un compositor pueda escuchar su obra en una orquesta, debían pasar décadas de mucho trabajo, persistencia y lobby con los directores de orquesta y los dueños de los teatros.


De la misma forma los innumerables softwares de grabación de sonido han pululado una gran cantidad de productores musicales y compositores que trabajan desde su casa siendo hoy artistas mega reconocidos en todo el mundo, gracias también a las plataformas digitales como spotify, youtube music, amazon music entre otras, que ya han sepultado la cultura del disco fisco (al menos momentáneamente).


Hoy ya no se necesita más que un poco de astucia y ganas de aprender para hacer tu propio disco con una calidad muy alta sin invertir demasiado dinero mas que en una buena computadora y algunos instrumentos. La información de cómo hacerlo ya se consigue en internet con los interminables tutoriales en todas las lenguas.

Ante este nuevo escenario ¿qué papel cumplen las escuelas tradicionales? Hay algo que no se enseña en los tutoriales ni se pueden crear mediante samplers, y esto son los valores humanos y la cultura general. Nos hemos enfocado mucho en la tecnología, pero menos en la técnica y los conocimientos. Nos hemos olvidado de que antes que crear nuevas formas de enseñanza es primordial que ese joven conozca qué aquello existe y se interese. De nada sirve crear softwares para componer una sinfonía por medio de algoritmos, sin antes entender y sentir la fuerza de una sinfonía como la primera de Brahms, la novena de Beethoven o la segunda de Mahler.

Si el conocimiento no interpela en el espíritu y en el intelecto, la tecnología se vuelve una herramienta vacía, fría e inanimada.


El presente y mas aun el futuro necesitan que los maestros vuelvan a ser maestros antes que profesores. En esto diferenciamos al profesor como una persona que brinda meramente información a un alumno que esta en un estado pasivo, versus un maestro quien inspira, emociona, predica con le ejemplo, es un faro de luz en la oscuridad, es un orientador, es un cuidador que vela por el desarrollo intelectual de cada estudiante. Es aquel quien en lugar de depositar conocimientos en los alumnos, extrae de ellos lo que llevan dentro y lo potencian según sus individualidades. Es el que cuida y selecciona los contenidos y el que con verdadera sabiduría dosifica la información que va a brindar para que el discípulo aproveche según su nivel de madurez.

Ante tanto ruido documental, tanto fake news, tanta facilidad para la proliferación de impostores que crean contenidos sin tener la mínima autoridad para enunciar lo que están enunciando o decir lo que están diciendo, la figura del maestro, sabio, de carne y hueso, se vuelve imprescindible para el futuro de la humanidad que hoy ya pide a gritos la guía de auténticos maestros. Solo de esa forma podremos comprender que con el cuchillo se puede comer carne y a la vez matar a una persona.



Bibliografía


Delalande, F. (2005). La invención musical, del nacimiento a la adolescencia: contexto histórico, tecnológico y social de Revista Eufonía. Didáctica de la Música, 35, 57-67. Disponible en

https://www.francois-delalande.fr/app/download/7168148963/2005b+la++invencion+musical+del+nacimiento+a+la+adolescencia.pdf?t=1547379366

Laínez, M. (1964). Misteriosa Buenos Aires. Buenos Aires, Argentina: Editorial Debolsillo.


Noah, Y. (2016). De animales a dioses. Buenos Aires, Argentina: Editorial Debate.


García Pelayo, R. (1987). Pequeño Larousse ilustrado. México D.F.: Editorial Larousse



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